¿POR QUÉ DOS MUNDOS TAN DIFERENTES?
Un mundo que progresa, que quiere siempre llegar lejos, y un mundo que se obstina en crecer, aprender, ser competitivo. Ya no es cuestión de continentes, medios, posibilidades, economías… Es cuestión de orgullo nacional, de romper paradigmas, status lastimosos, cultura medieval, esclavizar… salir de la “explotación del drama” y volar sin miedo, bien alto, a contracorriente… avanzar de una vez por todas -como país y como organismos- pasar página a la historia y, ser mejores que ayer. Hace dos meses, el 8 de julio, TV Azteca en México, daba inició a la undécima generación del reality show musical “La Academia” que, según enfatizan medios nacionales, resulto ser lo máximo en espectáculo televisivo. En dicho reality se ofrece durante tres meses la presencia de 18, jóvenes, de ambos sexos, compitiendo por ser la mejor voz del país latinoamericano más internacional, México. Sin embargo, para “decepción redundante” de muchos, la oferta que nos ha dado la Televisora Azteca ha sido, una vez más, deplorable, retrógrada, tercermundista, Inculta, vulgar, impresentable. Lo mismo que ha hecho Televisa con idénticos o parecidos programas como “La Voz México”.
· Jóvenes mediocres
· Voces débiles, nada extraordinarias
· Precaria o nula formación musical
· Presencia estética poco representativa de la población juvenil
· Culebrones y dramas personales y familiares
· Desenfocados de un verdadero sueño artístico
· Enfocados en jueguitos adolescentes de noviazgo y envidias
· deficiente, nula proyección de ser figura o modelo nacional de, sueños, lucha, carácter, disciplina.
En España, acaba de dar inicio en la TV nacional, la llamada “Operación Triunfo” conocida también por sus siglas OT, programa similar al de La Academia, destinado a promocionar nuevos cantantes. 18 jóvenes elegidos de una convocatoria de 16.000 mil. Los cuales se presentaron en la gala 0 el martes 19 de septiembre con una fuerza y un perfil juvenil arrollador. La mayoría de los 18 candidatos ofrecían un currículo culto, con estudios musicales, hablando varios idiomas, dominando varios instrumentos y un increíble dominio de la escena. En la pantalla se proyectaron sus perfiles personales, cualidades, actitudes, lugar de origen, experiencia… En ningún momento apareció nunca, en pantalla, ningún tipo de drama personal, familiar, crisis, orfandad, divorcios… Su semblante, su estética psicológica, su porte brillante, optimista, estimulante, causaba envidia, habían sido elegidos entre los mejores, y eso eran, los mejores, destinados a buscar “el mejor” entre los mejores. Curiosamente, de los 18 aspirantes, dos, debían ser descartados, los de menos aceptación del Público nacional. Sin embargo, uno de los dos eliminados -con una excelente carta artística- lo fue, porque engaño, jugó sucio con su situación personal, invitando a creer cosas sobre él que rápidamente lo evidenciaron. “Lo sentimos -dijeron los jueces- este es un programa para triunfadores, no es una telenovela, no queremos dramas”.
De los anteriores reality show musicales en España la mayoría de sus alumnos están triunfando en el mundo de la música: Rosa, David Bisbal, David Bustamante, Chenoa, Manu Tenorio, Ainhoa Cantalapiedra, Manuel Carrasco, Soraya, Amaia, Aitana, Alfred, Agoney… y un montón más que haría muy larga la lista. En México, de las docenas y docenas de jóvenes que han pasado por los concursos musicales de Televisa o Azteca, aun nos estamos preguntado ¿Dónde están? ¿Dónde están todos? La pregunta: ¿Por qué estas dos realidades, similares en la forma pero muy diferentes en sus resultados? La respuesta es muy clara. España apuesta, busca a los mejores. En México pareciera que se apuesta, que se busca a los peores y para colmo, se expone y explota el drama humano, no el talento. El drama conmueve por minutos pero no sirve para el arte, y mucho menos como modelo a seguir por la Juventud mexicana.
De todo esto amigas, amigo lector, Uds. tienen la posibilidad de corroborarlo; entren a las páginas y a la historia de estos reality show y comprobaran todo lo comentado. Creo que México se merece mejores apuestas y que no nos tomen el pelo. Pero mujeres, sigamos, sigamos viendo TV basura